Este esfuerzo contó con la participación de algunas iglesias cristianas, como la bautista, metodista, ortodoxa y también la comunidad judía.
El Comité fue la única institución, el único lugar donde podían acudir sin miedo las personas cuyos familiares habían sido detenidos o perseguidos, así como las personas que habían sido exoneradas por razones políticas, entre otras víctimas de la dictadura.
Los funcionarios del Comité comenzaron a trabajar con los familiares de estos casos cuyo paradero se desconocía, en forma colectiva para fomentar su organización.
El departamento jurídico fue dirigido por el abogado José Zalaquett y tuvo como tarea coordinar el trabajo que realizaban procuradores, abogados internos y abogados externos en la defensa de los derechos humanos, este trabajo se realizó en tres ámbitos: El Comité siempre fue un seguro, acogedor lugar de encuentro de los familiares de los detenidos y perseguidos por la dictadura.
No sólo se desarrolló su trabajo en su sede central, el Comité salió a los sectores más pobres de Santiago, organizando comedores infantiles y bolsas de cesantes.
Esto se desarrolló a través del departamento de zonas.
El cardenal Raúl Silva Henríquez pudo conocer la realidad que vivían los presos políticos en Chile, la realidad de la tortura, así él lo relató: Días después, Jaime Zamora pudo salir refugiado.
La dictadura militar presionó fuertemente para que el Comité se disolviera desde su fundación misma, primero amenazando a las iglesias que lo patrocinaban con el revocamiento de su permiso para funcionar en Chile, luego con feroces campañas de desprestigio en la prensa, presentando al Comité como un instrumento del marxismo infiltrado en las Iglesias.
Mientras sucedía esta negociación los agentes de la dictadura detuvieron a un abogado del Comité, Marcos Duffau.
Al día siguiente, empezó a funcionar la Vicaría de la Solidaridad, que recogió y continuó el trabajo realizado por el Comité Pro Paz en la defensa de la vida y los derechos humanos.
Para recordar a la primera oficina del Comité Pro Paz, se hizo un mural en el primer piso del edificio de Erasmo Escala 1822 que recuerda esas primeras semanas de trabajo.