Del mismo modo, los reclamos británicos se ampliaron al interior por las exploraciones de hombres como sir Alexander MacKenzie, Simon Fraser, Samuel Black, David Thompson y John Finlay y por el posterior establecimiento de puestos comerciales por la Compañía del Noroeste (North West Company, o NWC) y la Compañía de la Bahía de Hudson (Hudson's Bay Company, o HBC).
La población continental no aborigen durante este tiempo nunca excedió unos 150 en Fort Victoria, en su mayoría empleados de la HBC y sus familias.
El Gobernador Douglas y la oficina colonial estuvieron súbitamente enfrentados a tener que ejercer la autoridad británica sobre una población mayoritariamente extranjera.
Douglas -que no tenía autoridad legal sobre Nueva Caledonia- estacionó un cañonero en la entrada del río Fraser para ejercer tal autoridad mediante la recopilación de licencias de buscadores que intentaban hacer su camino ascendente.
A Columbia Británica se le dio su propio capital -New Westminster- en 1859, pero James Douglas gobernaría ambas colonias desde Victoria por los próximos seis años.
Además, fueron construidas carreteras en las áreas de mayor exploración minera en torno a Lillooet y Lytton.
La prospección hizo continuos hallazgos, sin embargo, y otros más al interior en la región de Cariboo en 1860 lo que marcó una segunda fiebre del oro inminente.
Seymour se opuso a esta propuesta, pero con la presión de diversos sectores del gobierno colonial, finalmente cedió, recomendando que la Columbia Británica sea el socio dominante, y (sin éxito) que la capital se encuentre en New Westminster.