[9] Sin embargo, se empezaron a producir diferencias internas entre ciertas participantes,[10] pues algunas estimaban que el Círculo debía tener un papel más amplio, de «carácter social».
[17][18] Su primera presidenta fue Delia Matte Pérez, quien se mantuvo en dicho cargo hasta su muerte en 1941.
[13] Lynch propugnó por un fin más bien benéfico y «altruista»;[26] algo similar señaló la revista Familia, al indicar que no era el objeto del Club independizar a la mujer de su hogar, sino que «hacer el bien a sus semejantes».
[27] Sin embargo, al ser dictados los estatutos del Club, se comenzó a perfilar su ideario.
Solo las socias fundadoras tenían derecho a ser elegidas como directora, secretaria o tesorera.
[54] La administración estaba a cargo de la junta directiva, compuesta por tres socias fundadoras, que se renovaba anualmente en una Asamblea General Ordinaria, pudiendo ser reelegidas indefinidamente.
[59] Estas conferencias, dictadas tanto por hombres como por mujeres prominentes de la época, versaban sobre distintos tópicos.
Otros tipos de actividades consistían en bailes, recepciones a príncipes, intelectuales, jefes de Estado, militares[83] y artistas,[84] exhibiciones cinematográficas, conciertos,[85] notas artísticas,[59] declamación de poesía —Samuel Lillo recitó varios poemas inéditos en el Club—,[71] clases sobre diversos temas,[86] entre ellos, historia literaria, literatura francesa, arte decorativo, idiomas, baile y música, e higiene.
[91] Además, en las dependencias del Club, que funcionaba en un horario de 9:00 a 20:00,[91] se ponía a disposición de sus asociadas los principales periódicos y revistas de Santiago y el extranjero,[86] entre ellas, L'Illustration, The Literary Digest, Vogue, Pictorial Review, Le Temps y Revue des deux mondes,[91] así como la biblioteca del Club.
[100] Se ha destacado además la influencia que tuvo esta institución en el desarrollo intelectual y artístico de las mujeres.