Claque

[3]​ El ejemplo más aproximado a los objetivos y funcionamiento de la moderna claque se documenta en la antigüedad clásica, cuando el emperador Nerón, en su megalomanía, ordenó que unos cinco mil jóvenes le vitoreasen y adulasen cada vez que saliera a escena, para cantar o representar sus parlamentos como indiscutible protagonista.

En apenas diez años, el procedimiento produjo la apertura de agencias no sólo en Francia, sino en otros países vecinos.

Los chatouilleurs (‘cosquilleadores’) mantenían a la audiencia de buen humor, mientras los bisseurs (‘biseros’) tenían como misión final dar palmas y gritar «¡Bis, bis!» para asegurar las repeticiones.

[8]​ La labor del director de la clac empezaba en el ensayo general, en él tomaba nota de los momentos esenciales para orquestar la actuación de sus pupilos, si bien, como el mismo explicaba, había veces en que había que dejarse llevar por cierta inspiración cazando al vuelo la magia del momento en una entrada en escena imponente o un chiste que caía en gracia.

Así lo expresaba Gonzalo Maestre, del que el autor Sinesio Delgado dejó escrito:[9]​ Hasta la década de 1970, las entradas de claque para los principales coliseos madrileños se retiraban en bares o locales cercanos al teatro.

Escultura de Guido Messer dedicada a la «claque» en Schwetzingen .
El jefe de claque Salomón «Pigeonneau», según grabado del libro Le Diable à Paris -tomo 1- de Paul Gavarni .