Senador vitalicio y hábil negociante, se le ha recordado como promotor y explotador del teatro madrileño que lleva su nombre.
[1] Este madrileño con vocación empresarial, conocido como "el carnicero de Antón Martín, por tener en esa plaza de la villa su negocio de carnicería, amasó su fortuna gracias a la segunda guerra carlista, como proveedor del ejército liberal.
[2] Pero de entre todos ellos el que acabaría inmortalizándole,[3][4] fue la creación de un teatro modesto en aforo pero generoso en lujos y con un resultado armónico en la línea del «Palais Royal» parisino.
[5] Al parecer, Lara se decidió a incluir un teatro en un edificio de viviendas que estaba construyendo en la Corredera Baja de San Pablo, aconsejado por el antiguo revendedor de billetes Ramón García,[6] buen conocedor del funcionamiento del público madrileño.
Relata Martínez Olmedilla que el propio Cándido reconocía que sin el teatro Lara «yo no sería más que un ricachón desconocido; gracias a él, mi nombre circula por toda España...».