También todo cuanto se reduce a un abuso del poder sobre la condición humana: la esclavitud, la pobreza, la burocracia, la injusticia, la exclusión social, la castración por "eugenesia", la pederastia encubierta por las instituciones etcétera.
En esa misma línea está el mediometraje antimasónico y antisemita Fuerzas ocultas (1943), del francés de Vichy Jean Mamy.
El cine político del estadounidense Frank Capra trata de preservar los valores democráticos y las libertades cívicas con un humanismo que puede parecer ingenuo.
En Francia, el enigmático director Chris Marker rueda su visión de la descolonización en Las estatuas también mueren (1953).
Posteriores son Hervé Le Roux (Reprise, 1996), Peter Watkins (La commune, 2000), Henri-François Imbert (No pasarán, álbum souvenir, 2003), Simone Bitton (Mur, 2004), Jean-Louis Comolli (Durruti, portrait d’un anarchiste, 2000), Sylvain George, Jérémy Gravayat, Derek Woolfhenden, Yves-Marie Mahé y Karl Zéro (seudónimo de Marc Tellenne).
[2] El canadiense Jean-Marc Vallée realiza contribuciones tan notables al cine político como Dallas Buyers Club (2013), sobre la manipulación económica de las empresas farmacéuticas, entre otras.
Exam es un thriller británico de 2010 donde varios personajes compiten enigmáticamente por un empleo para el que se requiere humanidad e integridad.
Por otra parte, los canadienses Neill Blomkamp y Denis Villeneuve procuran criticar la sociedad contemporánea mediante distopías futuristas, como Fritz Lang.
El padre de este cine político latinoamericano es el argentino Fernando Birri con Tire die (1959), creando la escuela posterior de los también argentinos Gerardo Vallejo, Leonardo Favio, Raymundo Gleyzer (Los traidores, 1973, sobre el peronismo), Luis Puenzo (La historia oficial, 1985), Héctor Olivera (La noche de los lápices, 1986) sobre los desaparecidos en Argentina por la Operación cóndor, Marco Bechis y Fernando Ezequiel Solanas.
[3] En Brasil destaca Hector Babenco (El beso de la mujer araña, Carandiru); al Cinema Novo brasileño pertenecen Glauber Rocha (Deus e o Diabo na Terra do Sol, 1964) y Nelson Pereira dos Santos (Vidas secas, 1963).
Y anteriormente puede mencionarse a Felipe Cazals, Jorge Fons (Rojo amanecer, 1989, sobre la masacre de Tlatelolco), Carlos Bolado (Colosio: El asesinato, 2012) o Luis Alcoriza (Las fuerzas vivas, 1975), entre muchos otros.
[7] Aunque el cine colombiano cuenta con figuras tan excepcionales e internacionales como Rodrigo García Barcha, su agitada realidad político-social solo se ha recogido en contadas ocasiones.
Muy diferente es la anarquista La estrategia del caracol (1994) de Sergio Cabrera, fundada en hechos reales y muy premiada en festivales internacionales.
Seguramente el director más representativo del género es greco-francés Konstantinos Costa-Gavras, por entero consagrado a él y que denuncia un amplio espectro de abusos: la dictadura de los coroneles (Z, 1969), el estalinismo checo (La confesión, 1971) y la violencia estatal en América Latina (Estado de sitio (1973) y Desaparecido (1981), película censurada en Chile), entre otros filmes no menos notables, como Mad City (1997), Amen.
Películas emblemáticas son La batalla de Argel (1966), Queimada (1969) y Operación ogro (1979) de Gillo Pontecorvo, quien a veces se atreve a tratar el tema del terrorismo, como asimismo el alemán Uli Edel en Der Baader Meinhof Komplex (2008) y, entre otros italianos, ya fuera del neorrealismo, Elio Petri con su Trilogía del poder, en la que destaca La classe operaia va in Paradiso (1971) y Francesco Rosi (Il caso Mattei, 1971) así como La commare secca y Novecento (1976) de Bernardo Bertolucci.
Para celebrar el cuadragésimo aniversario de la victoria soviética sobre la Alemania nazi en la Segunda Guerra Mundial, el ruso Elem Klímov rodó un espeluznante pero histórico episodio del genocidio nazi en Bielorrusia con crímenes contra la humanidad en Idí i Smotrí ("Ven y mira"), 1985.
Más perseverantes en el género son Lionel Rogosin, Spike Lee, Michael Moore, Davis Guggenheim y Ava DuVernay (Selma, Enmienda XIII).
En España puede citarse a Luis Buñuel (Los olvidados, Las Hurdes, tierra sin pan, El ángel exterminador, El discreto encanto de la burguesía), y luego, domeñando a duras penas la censura franquista, a José Antonio Nieves Conde (Surcos, 1951); Luis García Berlanga (Bienvenido, Mister Marshall, 1953); Fernando Fernán Gómez (El mundo sigue, 1962) y Carlos Saura con La caza (1966).
En España no se produjo ninguna película inspirada en la obra galdosiana desde los años cuarenta hasta finales de los sesenta, cuando Luis Buñuel pudo apenas romper el tabú.
(2004) 32 cineastas (Joaquín Oristrell, David Trueba, Imanol Uribe, Fernando Colomo, Vicente Aranda, Isabel Coixet, Icíar Bollaín...) hicieron cortos sobre temas como la injusticia, la intolerancia o las medidas impopulares de los últimos años de gobierno Aznar.