Charles Rooner

Con estudios doctorales en humanidades, se inició en el teatro como alumno y asistente de Max Reinhardt.

Posteriormente se desarrolló como maestro y actor en Austria hasta que, con la llegada del fascismo a ese país, emigró a Francia, nación a la que defendió como miliciano durante la Segunda Guerra Mundial.

Al igual que algunos de sus contemporáneos que llegaron a México por diversas causas políticas, entre ellos Seki Sano y André Moreau, ayudó a sentar las bases para una nueva educación teatral que habría de dejar atrás la vieja escuela española de declamación.

Algunas de las obras que estrenó en México fueron: Woyzeck (1944), La desconocida de Arras, Clavijo (1949); Madre, Victoria y sus dos maridos (1950), El viajero sin equipaje (1951), La revelación de Blanco Posnet, Rosalinda, Que no quemen a la dama, Fiesta trágica (1952), No es cordero que es cordera, El Proceso (1953); Seis personajes en busca de autor y El hechicero (1954), entre otras.

[2]​ El escritor Carlos Monsiváis, refiriéndose a los "Rostros Complementarios": "Son ellos (como exorcismos contra el olvido) María Gentil Arcos y Conchita Gentil Arcos, Eduardo "El Nanche" Arozamena, Alfonso "El Indio" Bedoya, Dolores Camarillo "Fraustita", Hernán "El Panzón" Vera, Eufrosina García "La Flaca", Lupe Inclán, Manolo Noriega, Armando Arreola "Arreolita", Arturo Soto Rangel, Salvador Quiroz, José Baviera, Miguel Manzano, Gilberto González, Francisco Reiguera, Charles Rooner... A fin de cuentas no son muchos, pero sus años en la pantalla los convierten en la tribu..."[3]​