Lo hicieron primero lanzando los lápices fosforescentes que se les habían regalado y con los que debían formar figuras de colores azules y amarillos.
Las víctimas de los lanzamientos del público fueron también algunos atletas que desde el tartán intentaron devolver los objetos alcanzando directamente a los informadores sitúa de "fuego cruzado".
Los organizadores prepararon todo para cualquier contingencia, incluso grandes paraguas para los cantantes de ópera, pero afortunadamente nada de lo previsto fue necesario.
Hubo récord de asistencia de jefes de Estado y primeros ministros a un ceremonia inaugural, ya que coincidió con la II Cumbre Iberoamericana en Madrid los dos días anteriores.
Los representantes de la prensa internacional que se congregaron ese día en el estadio dedicaron mayoritariamente elogios a la ceremonia inaugural a la que calificaron de emocionante.