Fue cercano colaborador de Iturbide cuando fue emperador, y luego lo presionó para que abdicara a la corona mexicana.
Fue activo, valiente y muy capaz, por lo que se le ascendió por riguroso escalafón hasta brigadier.
Iturbide le encomendó convencer al realista José de la Cruz para que reconociera dicho plan, pero este no aceptó.
Como este jefe estaba ausente en Saltillo, su cargo lo tenía el general Diego García Conde, quien se negó a entrar en tratos con Negrete entablándose un combate, el 30 de agosto, en el que salió herido don Pedro de un balazo en el maxilar.
El general Manuel Gómez Pedraza, secretario de Guerra, hizo detenerlos y formarles juicio para fusilarlos, pena que se les conmutó por el destierro.