Tampoco hay acuerdo en lo referente al mismo concepto de generación, pues no está claro si el armamento evoluciona por saltos generacionales o sigue un progreso constante solventando los fallos encontrados.
Una que suele aparecer en casi todas las clasificaciones es la tecnología furtiva o Very Low Obserbavility (VLO) (Bitzinger, 2009, p. 307), es decir, que los detectores de calor, los radares en tierra y de alerta temprana no pueden detectar el aparato a largas distancias, permitiéndole acercarse más a los objetivos con ciertas garantías (Cuadrado, 2005).
Esta teoría mantiene que la tecnología militar cambia para satisfacer necesidades concretas encontradas en la práctica, sobre todo en conflictos bélicos, único ambiente donde las pruebas son reales.
Petrosky postuló esta teoría para la construcción de puentes, pero Cohen y Mahnken (2007, p. 142) indican que se puede aplicar a la tecnología militar.
José Manuel Sánchez Ron apuntaba en 1995 otro dato que hace diferentes los sistemas bélicos de otros productos industriales: su poca estandarización.
Tanto es así que la nueva arma cautivó a oficiales desencantados con la guerra en tierra, mucho más prosaica (Quesada Sanz, 2008, p. 100).
Para desarrollar todo su potencial y ser netamente superiores a los modelos impulsados por hélices, los nuevos aparatos necesitaban una configuración diferente de las alas, entre otras mejoras.
Así podían ejecutar acciones que resultaban imposibles hasta entonces, como romper la supuesta barrera del sonido en picados muy extremos (Hawkes, 1992, p. 193).
En la Lockheed Corporation logró poner en marcha aviones como el Lockheed F-104 Starfighter, un buen ejemplo de las soluciones puestas en práctica por Johnson para solventar los defectos y limitaciones encontrados en Asia: motores mucho más potentes, velocidades punta que superaban varias veces la del sonido, gran capacidad de trepada...
[1] Con estas ventajas se consideraba que los combates en el aire ya no seguirían las mismas pautas existentes desde los tiempos del Barón Rojo.
[nota 4] Tanto es así, que del proyecto para fabricar el F-4 Phantom se retiraron los cuatro cañones planificados, indica Prado (1984, p. 39).
No todos, pero sí muchos de los modelos listados antes fueron probados en combate durante los años ochenta y noventa del siglo XX, obteniendo lecciones valiosas.
La poca información existente por ser un tema clasificado originó muchos rumores, los cuales ayudarían después a la mitificación del término "furtivo" (stealth en inglés).
Resulta difícil, por no decir imposible, encontrar consenso entre los autores sobre qué cazas integran esta o aquella generación, más allá de los primeros reactores.
De la misma forma que recoger y procesar toda la información del aparato en una única computadora lo considera una ventaja, pero no suficiente como para marcar un salto generacional.
Esta clasificación es sencilla, pues solo necesita seguir el orden cronológico; sin embargo presenta la duda sobre si tal o cual modelo puede considerarse sustituto de otro.
Pese a esa falta de consenso, generalmente se han considerado los siguientes: Los aparatos cuentan con un cerebro electrónico que recoge los datos de distintas fuentes como: Todos estos sistemas, y otros, pueden reportar la información a cualquier dispositivo, como monóculos, viseras en el casco, HUD, sobre las nubes o el cielo, HDD en la cabina, alertas sonoras o en maletas conectadas en tierra (Keijsper, 2003).
Tras la experiencia vietnamita, los cazas ya fueron diseñados para ser mucho más ágiles; quizás el sueco Viggen inauguró esta tendencia (Gribbe, 2008, p. 9).
[nota 10] Para lograr esto, en primer lugar el avión contará con la capacidad estructural y la potencia suficiente para realizar giros antes muy difíciles o imposibles.
Las aeronaves cuentan con motores especialmente potentes, capaces de traspasar la barrera del sonido y mantener el vuelo supersónico a plena carga sin usar postquemadores (Corral, 2010, p. 36).
Más precisos aun eran los objetivos para el F-35, avión que debería cumplir misiones de caza y apoyo a una fuerza embarcada, entre otras.
por sus siglas en inglés) son más avanzados que los de barrido mecánico y presentan varias ventajas: Autores como José Mª Sáenz (2003) desdoblan esta característica en dos: por una parte los radares multidireccionales de barrido electrónico en sí mismo y, por otra, una antena activa, dispositivo este último del que carecían todos los modelos europeos en sus primeras versiones.
En segundo lugar, dicho fuselaje debe ser muy curvilíneo, romboidal o trapezoidal porque todas estas formas devuelven menos radiación que los ángulos rectos.
En tercer lugar todo el armamento y posibles depósitos de combustible deben ir dentro del fuselaje, ya sea en bodegas laterales o centrales.
Por último, la mayoría del instrumental de cabina, listones y travesaños interiores deben ser retirados o rediseñados para contribuir a reducir las señales (Cuadrado, 2005).
Griffith va aún más lejos afirmando que probablemente no exista una quinta generación porque «se han terminado los tiempos del caza genuino».
En los años ochenta y noventa no era común clasificar a los cazas en generaciones, como si se hacía con otros productos de la tecnología.
Es algo asumido casi como normal,[nota 15] por lo que ciertos incumplimientos en el calendario del único avión furtivo exportable podían ser admisibles.
En cambio, no mostraron especial interés por productos ya en servicio, caso del Dassault Rafale, Eurofighter Typhoon o el JAS 39 Gripen.
[22] Al año siguiente Suiza, un país que se había decantado en 1998 por la tecnología norteamericana (Keijsper, 2003, p. 139), volvió a convocar un concurso con todas las aeronaves europeas como finalistas.