Catalina de Cristo

A su regreso enfermó gravemente y estuvo 9 meses en cama sin poder apenas moverse.

Durante una predicación en Madrigal de las Altas Torres del franciscano Alonso Lobo logró comunicarse con él por escrito, confirmándole al religioso que el camino espiritual que había elegido era bueno y seguro.

Durante su permanencia en esta ciudad se vio afectada de diversas enfermedades.

En el camino hizo parada en Zaragoza, donde visitó las iglesias de la ciudad, especialmente la Basílica del Pilar.

Sor Catalina vivió desde niña experiencias sobrenaturales también presentes en otros místicos: visiones, milagros, percepción extrasensorial, etc.

Seis meses después, en junio, fue extraído el cuerpo de la tumba y se halló incorrupto.

En compensación por la pérdida, se entregó al convento de Barcelona un brazo y una mano.