El monarca pamplonés Sancho Garcés I de Pamplona tomó esta fortaleza en el año 909 trazando una nueva frontera.
Fue una conquista muy importante, ya que era la puerta para introducir los ejércitos pamploneses en el valle del Ebro.
[8][9] La leyenda cuenta que aquí se encuentran los restos de este monarca.
Las murallas crean un recinto llano donde se encuentra una ermita de construcción tardía.
La cruz presenta indicios de haber sido elaborada con posterioridad, en el siglo XIII.