El castillo fue demolido parcialmente en 1646 para evitar que fuera usado nuevamente como una fortaleza.
Se rumorea que en los jardines del castillo permanece enterrado un tesoro perteneciente a Ricardo II de Inglaterra, pero ninguna de las numerosas búsquedas que se han llevado a cabo han dado con ninguna señal del mismo.
El castillo, ahora en ruinas, está clasificado como Grado I (Grade I) en la lista de edificios del Reino Unido,[2] calificado como edificio antiguo protegido (Monumento planificado),[3] y es propiedad de English Heritage.
En lugar de eso, los elementos naturales del terreno junto a los enormes muros, fuertes puertas y torres situadas cuidadosamente, hacen que las murallas exteriores sean una fortaleza en sí mismas.
Las torres permitían a los defensores disparar a través hacia adelante, pero por su diseño, con la parte posterior abierta, no ofrecían cobertura en el caso de que los atacantes lograran entrar en el interior del recinto.
Enrique III amplió el castillo durante sus guerras contra Gales, siendo usado como prisión para prisioneros galeses.
[1] Sin embargo, no se hizo ningún intento de equipar al castillo como residencia permanente con salones y aposentos.
[5] Durante la guerra civil inglesa volvieron a usarse para fines militares muchos castillos que ya no eran tenidos en cuenta.
Durante ese año, parte del ejército real de Irlanda llegó a Chester.
La noche del 13 de diciembre, el capitán Thomas Sandford y ocho soldados de ese ejército se introdujeron sigilosamente en el castillo (posiblemente ayudados por algún traidor) y sorprendieron al gobernador del castillo, el capitán Thomas Steele, quien estaba tan desconcertado por el acontecimiento que se rindió con la condición de que le dejaran abandonar el castillo con honores.
[7] El castillo es propiedad de English Heritage,[12] y aunque se encuentra en ruinas, las murallas y las torres se encuentran en suficiente buen estado como para proporcionar al lugar una clara visión de cómo debió haber sido en el pasado.