Fue finalmente reconquistado por Alfonso I el Batallador en 1120, que por su situación estratégica lo puso al mando de tenentes.
Pasó por diversas manos y fue escenario de importantes acontecimientos.
Ya en el año en 1200, Pedro II de Aragón lo empeñó a Pedro Fernández por la falta de dinero que existía en el Reino en esos días.
Actualmente apenas se conservan tramos de mampostería del perímetro.
Debió estar estructurada en varios recintos concéntricos, siendo su superficie interior de unos 5 000 m².