En la Antigüedad clásica los topónimos latinos Africa o Libia designaban una cuarta parte del mundo conocido según el esquema de los mapas de T en O: la correspondiente a la costa suroeste del mar Mediterráneo.
Sólo se conocía con alguna precisión la costa norte del continente, descrita en los periplos griegos desde el siglo VI a. C. (las fuentes púnicas -periplo de Hannón- eran también conocidas por los griegos, y todavía más extensas, recogiendo las costas atlánticas).
[1] En la costa oriental, conoce la existencia del mar Rojo (Sinus Arabicus) y la forma genérica del cuerno de África, en cuya costa sur dibuja un golfo que denomina Sinus Barbaricus.
Con las exploraciones europeas de África desde el siglo XV, los mapas se hacen más precisos.
El interior no se cartografía con detalle hasta la segunda mitad del siglo XIX.