Los firmantes eran seis altos cargos del PCR: Gheorghe Apostol, Alexandru Bârlădeanu, Silviu Brucan, Corneliu Mănescu, Constantin Pîrvulescu y Grigore Răceanu.
El hecho de que los seis firmantes citasen sus cargos en el Partido Comunista Rumano suponía que el documento no era una crítica al estado socialista, sino a las políticas desarrolladas por Ceaușescu.
No obstante, todos estaban retirados de la vida política y profesional.
[3] Se asume que su difusión no habría sido posible sin la colaboración de los servicios secretos occidentales y de la Unión Soviética.
[5] Los firmantes de la carta fueron inmediatamente interrogados por la Securitate (policía secreta) y condenados por traición en el siguiente Comité Ejecutivo Político del partido, donde se les calificó de «elementos hostiles e inveterados» y «agentes de los servicios secretos extranjeros al servicio del imperialismo».