Los actos violentos que ocurrieron en varias localidades rumanas durante aquellos días condujeron al presidente rumano al abandono del poder y a su huida de Bucarest, en compañía de su esposa, Elena Ceaușescu.
Capturados en Târgovişte, fueron enjuiciados por un tribunal militar creado ex profeso bajo los cargos de genocidio, daños a la economía nacional y abuso del poder para ejecutar acciones militares contra el pueblo rumano.
Sin embargo, había una cuestión que hacía diferente el caso de Rumania, y es que esa república europea del este no había iniciado ningún proceso de desestalinización del régimen político.
Por aquellos días, Tőkés había emitido ciertas críticas hacia el régimen de Ceaușescu en un medio internacional.
[14][15] Aunque los militares no pudieron imponer el orden a los manifestantes, su participación convirtió la situación en Timişoara en un polvorín: disparos, muertes, peleas, automóviles incendiados, tanquetas antimotines enfrentándose a los civiles.
Tanquetas, camionetas y vehículos blindados bloquearon los accesos a la ciudad, mientras desde el cielo los helicópteros del ejército rumano vigilaban los acontecimientos.
Ion Coman, Ilie Matei y Ştefan Guşă inspeccionaron la ciudad, que parecía haber sido escenario de una guerra en algunas zonas.
Sabiendo que podrían ser atacados por las fuerzas del orden, comenzaron a cantar Deșteaptă-te, române!
Cien mil obreros se apostaron en la Plaza de la Ópera —llamada actualmente Plaza de la Victoria (en rumano: Piața Victoriei)— y emitieron protestas en contra del régimen socialista: Noi suntem poporul!
De esta suerte, la situación política en Rumania continuó siendo esencialmente la misma que en los días anteriores.
La intención del gobierno rumano era emplearlos para reprimir las protestas en Timișoara, aunque finalmente los obreros oltenos terminaron por unirse a los manifestantes de la ciudad.
La segunda versión señala que los oficiales del ejército rumano planearon una conspiración en contra de Ceaușescu.
En respuesta, Ceauşescu ofreció su renuncia, y solicitó a los presentes la elección de un nuevo líder.
Ese mismo día, Ceauşescu salió de Rumania en una gira por Irán, dejando en manos de su esposa y otros miembros del partido la resolución del conflicto político iniciado en Timişoara.
[18][19] Cuando Ceauşescu regresó a Rumania, el conflicto se había complicado más.
Pero en la plaza donde se encontraba reunida la asamblea, frente a un anodadado Ceauşescu, la multitud lanzó vivas a los disidentes de Timişoara —a quienes el dictador había llamado hooligans en otras ocasiones— y le increpaba de diversas maneras.
Algunas personas gritaron consignas en contra del dictador, que se extendieron pronto entre la multitud.
[12] Más tarde, la manifestación popular ocupaba prácticamente todo el centro de Bucarest.
Hubo una gran cantidad de muertos por los ataques contra los civiles, incluidos periodistas que cubrían los sucesos en Bucarest.
Por su parte, los opositores al régimen de Ceauşescu se hicieron fuertes en una barricada construida frente a un restaurante, donde resistieron hasta la media noche del 21 de diciembre, para ser finalmente sometidos por las fuerzas del gobierno.
[12] Las barricadas que la policía había instalado en los accesos a las plazas de la Universidad y del Palacio resultaron insuficientes para contener la manifestación.
[12] Sabiendo que Milea se había suicidado, Ceauşescu nombró a Victor Stănculescu como ministro de Defensa.
[14] Tras la huida de Ceauşescu, la gente concentrada en la Plaza del Palacio (Bucarest) estalló en celebraciones.
En Boteni, localidad cercana a Târgovişte, Ceauşescu y sus acompañantes abandonaron el helicóptero, puesto que, según los pilotos, los mandos del ejército rumano les habían ordenado aterrizar inmediatamente.
Habiendo entrado por los complejos industriales de la localidad, los fugitivos decidieron refugiarse en un edificio cercano a una planta siderúrgica.
Cuando llegaron al cuartel, el dictador y su esposa fueron informados de que estaban oficialmente presos.
Grandes cantidades de alimentos, fármacos, ropa, equipo médico y otros bienes necesarios fueron enviados desde múltiples países a Rumania.
Las así llamadas actividades terroristas continuaron hasta el 27 de diciembre, cuando concluyeron abruptamente.
El FSN estaba conformado en su mayoría por miembros de la segunda línea del PCR.
Emplearon esta posición de poder para lanzar virulentos ataques contra los opositores al nuevo régimen, especialmente contra los antiguos partidos liberales y demócratas que habían permanecido en la clandestinidad desde la instauración de la República Popular en 1947 —como el Partido Nacional Liberal y el Partido Democrático de los Campesinos—.