Se relacionó por entonces con los poetas malagueños de la Generación del 27 de la revista Litoral (Manuel Altolaguirre, Emilio Prados, José María Hinojosa) y el primero le publicó en su imprenta madrileña su primer libro, Choque feliz (1935).
[2] Dice por ejemplo el oriolano en la primera: En la última, le escribió Hernández que "lo importante, que no hay nada importante, es dar una solución hermosa a la vida".
[4] También fue amigo de Jorge Guillén y del garcilasista José García Nieto.
Fue funcionario en la administración franquista, llegando a ocupar el cargo de secretario particular del Ministro de Agricultura, Carlos Rein, pero se jubiló tempranamente para dedicarse por entero a la poesía.
Su poesía es de tono existencial, difícil y rica en metáforas; al principio se acercó a un extremo surrealismo (Choque feliz, 1935)[6] y pertenece a la llamada Poesía desarraigada de la Generación del 36.