Sus primeros recuerdos, poco claros: golpes en los cristales, ruidos estruendosos, gritos, lo remitían a la violencia desatada por la Decena Trágica.
Ahí, apoyó a Diego Rivera en su efímero paso por la dirección de esa escuela, caso raro, pues hoy se sabe que el gremio de los arquitectos le dio la espalda; participó en las huelgas para obtener la autonomía universitaria y se involucró en el proyecto democrático del Ulises Criollo, dos experiencias que, al asistir a mítines y repartir panfletos, le recordaban cómo asimiló su ciudad de modo feliz y democrático.
En 1932 se hallaba en Monte Albán, Oaxaca, como integrante del equipo que exploraba dicha zona arqueológica, bajo la dirección de Alfonso Caso.
Leduc en 1988 entregó gran parte de su archivo a la Universidad Autónoma Metropolitana, unidad Azcapotzalco.
Daba charlas, hacía viajes con los estudiantes, visitaba ruinas, museos, conventos coloniales, observaba los árboles, los paisajes, los pájaros, volvía a ser joven al platicar sus experiencias.
[17] María Eugenia Hurtado y Carlos González Lobo realizaron una exposición homenaje a su trayectoria en la misma FA, UNAM en 1994.
Hoy ese taller de la FA, UNAM, donde trabajó con tanto cariño lleva su nombre, Carlos Leduc, honor que pudo constatar él en vida, pues se le otorgó en una asamblea del antiguo taller once el año de 1992.