Silvestre Revueltas

Se espera así lograr un desprendimiento definitivo de la mera descripción alusiva de los musicólogos nacionales como Moreno Rivas y Contreras Soto, para llevar a entornos académicos más sólidos y rigurosos a la obra del duranguense.

Entre estos estudiosos se encuentran en la Universidad Juárez de Durango a Arnoldo Vázquez y Humberto Robles.

Revueltas regresó a Chicago en ese mismo año por haber dejado trabajos pendientes en la ciudad.

Contreras Soto afirma que por esta época Chávez y Revueltas estaban planeando el futuro musical de México, soñando con una orquesta sinfónica para cambiar la percepción del conformista público mexicano.

Sin embargo, Revueltas no se sentía satisfecho con el ambiente musical de México y regresó a Estados Unidos.

En San Antonio tocó en un trío y se integró en la orquesta del Cine Azteca en el centro de esa ciudad.

Daba constantes recitales y según informes llegó a tocar un violín Guarnerius de 1684.

Ese año, 1926, marca el nacimiento espontáneo del Revueltas compositor, al escribir la primera obra importante de su catálogo Batik para pequeña orquesta.

La obra es una extraña mezcla del estilo impresionista debussiano con el expresionismo de Arnold Schönberg.

En 1928, se muda a Mobile (Alabama), y toca en la orquesta del teatro Saenger donde estudiaba partituras con la ayuda de una victrola.

No dudó en invitar a Revueltas, que se encontraba en Chicago en un estancamiento profesional.

Según Contreras Soto, sus ingresos no eran elevados y la crisis con el alcoholismo comenzaba a agravarse.

Revueltas sentía la necesidad de un cambio total en la enseñanza musical en México, por considerarla anticuada y estancada.

Comentó así su participación con sus colegas compositores: El inicio de Revueltas en la composición fue tardío.

Otras obras fueron arregladas y reconstruidas por distintos autores después de la muerte del compositor.

Es la única obra del compositor con título indigenista y la que mayor relación tiene con la estética de Carlos Chávez, aunque al mismo tiempo representa su ruptura con él.

En relación con Esquinas, Carlos Chávez mencionó en un artículo: «Este es el artista que necesitamos».

Desconfiaba del medio musical mexicano y generalmente se mostraba pesimista en relación con el desarrollo cultural de México, un hecho sorprendente ya que el país se encontraba en esos años en su cúspide cultural.

Uno de los aspectos menos explicados del México posrevolucionario fue que tuvo una fuerte inclinación al socialismo y al comunismo impulsado principalmente por las artes, ya que hubo la posibilidad en una época de dirigirse hacia el socialismo.

Tenía entre sus integrantes a Carlos Pellicer, Eduardo Hernández Moncada, José Pomar y Luis Sandi.

El acontecimiento también ha pasado desapercibido en España, ya que contó con escasos testigos intelectuales de importancia.

Los únicos gobiernos que apoyaron a los republicanos fueron los del presidente Lázaro Cárdenas y el de la Unión Soviética, en contra de la Alemania Nazi y la Italia fascista que apoyaban a Francisco Franco.

Cabe mencionar que la experiencia en España no inspiró ninguna obra al autor, con excepción de unos cantos revolucionarios poco conocidos, pero su personalidad se volvería aún más desanimada y pesimista, aunque su personalidad musical adquirió una inmensa profundidad y oscuridad.

Ha sido grabada e interpretada por directores de gran prestigio como Leopold Stokowski, Leonard Bernstein, Eduardo Mata, Esa-Pekka Salonen o Gustavo Dudamel, entre otros.

En 1939, Revueltas fue internado en un sanatorio para enfermos mentales debido a una de las tantas crisis alcohólicas que tuvo.

Su inmensa soledad y aislamiento hicieron que redactara un diario con sus ideas acerca del amor, la humanidad y la vida, siempre con un carácter pesimista, aparte de la incomprensión que sentía del mundo hacia su propia creación.

De acuerdo con Aaron Copland, Revueltas pasaba días sin comer mientras trabajaba en una partitura y se cerraba completamente del mundo.

Durante la ceremonia fúnebre, Pablo Neruda leyó su poema A Silvestre Revueltas de México en su muerte.

Su lenguaje musical es tonal pero en ocasiones disonante, con vitalidad rítmica, y con frecuencia con un sabor distintivamente mexicano.

(México, 1935), con un cartel sobre el piano que dice: «Se suplica no tirarle al pianista».

Silvestre Revueltas dirigiendo la Orquesta Sinfónica Nacional, en la Ciudad de México.
Sepulcro de Silvestre Revueltas en la Rotonda de las Personas Ilustres , en la Ciudad de México.