La terminación latina oso/asa significa "abundante en", cosa que corrobora la realidad geológica de esta localidad donde predomina la piedra y existen tres canteras.
Los demás barrios nos vienen de un castellano más castizo, como Rioseco, la Maza, el Carril, el Aro, el Cristo, Pando, Corino, Monte Bramón, Bierco, la Carcaba (carretera hacia Marrón), la Venera (concha del peregrino, forma del entrante del mar en la desembocadura de un río), el Brión, la Ponderosa, el Vear (islote cerca del puente de Limpias), la Serna o el Roble (en Angustina).
Según esta versión, entre leyenda e historia, varios de estos godos fundaron casa solar en Carasa, dando a nacer ilustres linajes como los Landeras, los Angustina, o la Casa de Velasco.
Pero el lugar donde se halla Carasa ya estaba probablemente ocupado por una tribu prerromana que podrían ser Autrigones, ya que Ptolomeo los sitúa viviendo cerca del río Asón.
El documento más antiguo conocido sobre Carasa es una donación del Rey "Hereditate, in terras en Rasines y Carasa" a un abad del Monasterio de Santa María de Puerto[5] datado del año 973 (o de 1073 porque no se lee bien la fecha).
Ahora, si querían afirmar su poderío sobre un pueblo y beneficiarse de los Derechos al Señor, la mejor estrategia de crecimiento era precisamente "poblarlo" con hijos o parientes o aliándose entre linajes del mismo bando.
Descendientes de estos caballeros se instalan en Carasa a finales del Siglo XIV.
El hijo de este matrimonio, Francisco Vélez Cachupín Angustina, es el primogénito del mayorazgo Vélez-Cachupín en Laredo, linaje con descendencia ilustre en los siglos XVII y XVIII, que es citado en el Quijote de Cervantes.
Carasa vio nacer también muchos personajes ilustres con cargos relevantes en la Iglesia, el Gobierno y el Ejército de España y de Indias en una época en la que España estaba conquistando el mundo.
Se nota en los padrones de Carasa que hay muchos casariegos ausentes sirviendo o combatiendo "en servicio de su majestad", en "Yndias", en Nápoles, o en "Nueva España".
En 1651, los linajes de Carasa son los siguientes (todos sus habitantes son hidalgos): Somarriba, Ruiseco, Maza, Landeras, Palenque, Rivero, Galindo, Bustillo, Incera, Angustina, Haro, Carril, Achabal, Velasco, San Román, Alvarado, Camargo, Susvilla, Mazarredo, Ontañon, Alvear, Ateca, Susvilla, Pereda, Torre, Arce, Palacio, Llanez, del Río, Cañarte, Agüera (1654), Palacio, Garzón, Noval y Lastra.
A su muerte en 1455, su hijo Diego Ruiz "al cambiar su lugar de radicación cambió definitivamente su apellido, como ya había hecho a veces su padre"[13] y se convierte en Diego Ruiz de Carasa.
En julio de 1936, cuando estalla la Guerra Civil Española, empieza una gran agitación social en Carasa.
Militantes de la FAI patrullan armados, requisan un coche y comida.
Existe una orden del Ayuntamiento (según ciertas fuentes pero no hay consenso) que manda derribar todas las campanas de las iglesias.
Ninguno de ellos había participado en el saqueo de la Iglesia y se cuenta que marcharon sin miedo, confiados, con la conciencia tranquila, bien vestidos y con sus relojes, "la guerra ya había pasado" decían a sus familiares y, además, 7 jóvenes ya habían fallecido.
En total, 14 carasiegos pierden la vida de 50 casas que tenía el pueblo entonces: Todos los muertos fueron del bando republicano.
Después de la guerra, no hubo hambruna en Carasa que siempre había sido tierra de labradores con muchas tierras y árboles frutales abundantes, pero así todo fue un periodo económicamente muy duro.
La pesca en Carasa fue siempre un recurso paliativo y en toda clase de modalidades: en alta mar en tripulaciones desde Colindres, trabajando en fábricas conserveras en Santoña, apañando almejas a marea baja o pescando angulas en la ría de Angustina.
S. L. en Angustina con un horno donde se cocía la cal que era cargada directamente en el tren.
La construcción se convierte en la actividad económica principal de sus habitantes (albañiles, contratistas, inmobiliarias) hasta la crisis del 2009 que afecta a toda la economía de España.
El turismo rural de calidad y los servicios son las actividades con más desarrollo hoy en día.
Santa María de Carasa es una iglesia imponente con una nave central con tres capillas laterales y torre "campanario".
La cabecera es gótica (Siglo XIII a XV) y se relaciona con la del Monasterio de Nájera, al que estuvo vinculado durante la Edad Media a partir de 1210.
En el evangelio (a la izquierda frente al altar) se abren dos capillas.
Pero Hispania Nostra pasa la casa a la lista negra (bienes desaparecidos) del Patrimonio de Cantabria considerando que la última reforma hace irreconocible el edificio a pesar de la fuerte inversión en la obra.
A principios del siglo XVI existen 2 ramas: la rama Sánchez con Juan Sánchez de Angustina y Alonso Sánchez de Angustina, y la rama Fernández con Juan Fernández de Angustina que sigue en la casa Torre.
Gonzalo del Rivero decide transformar y casi reconstruir la antigua torre medieval que convierte en una flamante mansión señorial en 1604, adueñándose así del Solar de los Angustina.
Al no poder ejercer libremente su oficio, decidió emigrar a Nueva España (Guadalajara) con su hijo Juan.