Algunos capnófilos pueden necesitar metabólicamente dióxido de carbono, mientras que otros no, pero compiten con más éxito cuando está presente en grandes cantidades, ya que muchos otros microorganismos no pueden soportar esos niveles.
Capnófilo es un término descriptivo general y tiene poca relevancia a la hora de establecer una relación taxonómica o evolutiva entre organismos que comparten esta característica.
[1] Por ejemplo, la capacidad de los capnófilos para tolerar (o, a veces, usar) el oxígeno (O2) que está presente en su entorno puede variar mucho y puede ser mucho más importante para su supervivencia.
En 2004 se caracterizó una bacteria capnófila que requiere dióxido de carbono, llamada Mannheimia succiniciproducens, la cual tiene un metabolismo peculiar en el que se produce la fijación de carbono.
[2][3] Aunque este proceso ocurre entre las plantas, y otros seres fotosintéticos, durante la fase oscura de la fotosíntesis, se encuentra en pocos microorganismos y no ocurre en los animales.