Gracias a la posesión de este importante río, en toda su extensión, Pernambuco crecía en la orientación sudoeste, ultrapasando en anchura mucho las 60 leguas establecidas en la carta de donación.
Al recibir la donación, Duarte Coelho partió para el Brasil con su esposa, hijos y muchos parientes.
Al llegar a su lote, se estableció en una bella colina, construyendo una fortificación (o Castelo de Duarte Pereira), una capilla y residencias para sí y para los colonos: sería el embrión de Olinda, constituida villa en 1537.
Su cuñado, Jerônimo de Albuquerque, en correspondencia con la Corona, pedía autorización para importar esclavos africanos.
El pequeño puerto de Olinda era poco significativo, sin profundidad para reciber a las grandes embarcaciones que cruzaban el océano Atlántico.
Con esos recursos los neerlandeses armaron una expedición a la región Nordeste del Brasil para restaurar el comercio de azúcar con los Países Bajos, prohibido por los españoles.
La burguesía mercantil recibió el apoyo de la metrópoli y Recife mantuvo su autonomía.
Su capital fue la villa de Santa Maria Madalena da Lagoa do Sul, posteriormente denominada Alagoas o Ciudad de Alagoas (actual Marechal Deodoro).