Como ya indicó Julio González, los nombres de Cantaracillo, Cantalapiedra, Cantalpino, Cantiveros, Cantimpalos, Cantespino, Cansoles y similares contienen una forma proclítica *can ‘campo’.
La voz Arziello debe entenderse como diminutivo arcaico del común arco 'pieza constructiva para salvar un vano formada por una serie de piedras labradas o seleccionadas apropiadamente y dispuestas en cuña'.
Se aplicaría a algún resto arqueológico o hito patrimonial que llamara la atención de los pobladores.
Julio González[3][4] interpretaba la toponimia de campo en la región allende el Duero como alusiva a terrenos fértiles, aptos para la labor, pero abandonados tras las guerras (“campos inicialmente incultos, no vinculados sólo para pastos”), que llamarían la atención de los ganaderos y caballeros repobladores en el s. X.
En otros casos, sin embargo, habrá de interpretarse campo en su acepción toponímica más común: tierra desarbolada, rasa.