[4][5] Según Paul Preston, fue dirigido por Ernesto Navarrete Alcal[6] y en él existen «gigantescas» fosas comunes, producto de los asesinatos en masa que tuvieron lugar,[7] entre cuyas víctimas se encontró el alcalde republicano de Zafra José González Barrero, enviado a Castuera y ejecutado en abril de 1939.
Esta plaza estaba presidida por una cruz que se levantaba sobre una peana de cemento.
Uno de ellos con más caudal se le instaló un cigüeñal para sacar agua y abastecer el lavadero de 10 senos construido con mortero y donde tendrían acceso los prisioneros al estar incluido en el recinto alambrado.
Está formado por dos zanjas no muy profundas que se prolongan hacia el norte, en dirección al trazado del tren.
A su vez cercano al campo y muy relacionado con su devenir histórico se situaban una zona de trincheras que bordean el cerro donde está la mina de la Gamonita y un camino empedrado construido por los prisioneros, tanto los que estaban en el campo como los encuadrados en los batallones de trabajadores.
[15] Nada más bajar de los camiones que los transportaban al campo, los internos se colocaban en formación y, mientras iban entrando a las instalaciones, recibían golpes y malos tratos.
Tampoco disponían de agua corriente para asearse ni para lavar la ropa.
Paralelamente, se puso un gran interés en ocultar estos hechos y en atenuar sus consecuencias.
También allí se ha comprobado cómo, frente a una veintena de fallecidos que se inscribieron en el registro, hubo un número muy superior de visitas del médico forense que certificaba las defunciones.
En Castuera, organizó sacas diarias desde los barracones destinados a los presos incomunicados.
Algunos guardias exigían favores sexuales a las mujeres de los reclusos si querían entregar ropa o víveres a sus seres queridos para que no murieran de hambre o enfermedades.