Antes de Le Puy, a partir de Ginebra, existe la via Gebennensis, que reúne a los peregrinos suizos y alemanes y termina en la vía Podiensis.
Además del obispo y de los miembros del clero que le acompañaban, se cuenta a los trovadores, malabaristas, pajes al servicio de los eclesiásticos, barones y senescales, yendo todas estas personas protegidas por numerosos hombres armados (arqueros y lanceros).
El itinerario seguido es poco conocido, si bien algunas localidades no vacilan a la hora de reivindicar su paso por ellas.
En la Guía del Peregrino del siglo XII, Aimery Picaud no da más que tres indicaciones en el Capítulo Primero, Los caminos de Santiago: no cita más que tres iglesias: Notre-Dame del Puy, Sainte-Foy de Conques y San Pedro de Moissac.
En la Edad Media el término «hospital» designaba un lugar de asistencia y asilo más que un establecimiento donde se recibiesen cuidados.
En la Guía del Peregrino, Aimery Picaud se refiere en el Capítulo XI, a la acogida que ha de hacerse a los peregrinos a Santiago: «Los peregrinos pobres o ricos que regresan de Santiago o que allí van deben ser recibidos con caridad y rodeados de veneración.
Ya que quienquiera que los haya recibido y albergado con complacencia tendrá por huésped no solamente a Santiago sino también a nuestro Señor mismo, tal y como dijo nuestro en su Evangelio: quien os acoge, me acoge a mí.» En cada paso difícil (río, montaña) los asilos proporcionaban además el funcionamiento de una barca, el mantenimiento de un puente o la protección de aquellos que pasaban los puertos de montaña.
Algunos se dirigen a Graélou, y alcanzaban las orillas del río Lot en Cajarc.