De esta última denominación, más popular que oficial, hablan tres tradiciones parejas en su fantasía; en una son el origen dos guerreros que desaparecieron en la guerra granadina organizada por los Reyes Católicos, y que pasado el tiempo volvieron a ocupar su casa en este arrabal madrileño, después de habérseles dado por muertos.
Otra leyenda se le pone en boca a Ruy González de Clavijo, cuando le narraba al «gran Tamerlán» las maravillas de Madrid, en cuyas calles, como en esta, andaban los muertos por ellas; y una tercera fantasmagoría señala este lugar como el cercado donde se iban echando los muertos que una gran epidemia había producido en la Villa y que ya no cabían en los camposantos.
[4] Corpus Barga, que nació en una casa señorial de esta calle y vivió su infancia en su entorno de barrio castizo, lo describe en el primer libro de Los pasos contados.
[6] El nombre de Navalón, dice Répide, se lo dieron porque era el apellido de un caballero que allí tenía su casona, y añade que en ese espacio se instalaba en Navidad la barraca en la que podía admirarse un popular Nacimiento con figuras en movimiento.
[3] Llamada también calle del Ataúd, al parecer por un corralón o quizá corrala en la que habitaban los enterradores de la vecina parroquia de San Martín.