Calendario juliano

También las Iglesias orientales armenia, copta, etíope, eritrea, asiria y siro-jacobita mantienen el calendario juliano, con ciertas peculiaridades nacionales.Aunque los astrónomos griegos ya sabían (al menos desde Hiparco, un siglo antes de la reforma juliana) que el año trópico era unos minutos más corto que 365,25 días, no se consideró esta diferencia.[6]​ La propuesta original en Rusia había sido corregir 1 día cada año, extendiendo el cambio a un periodo de trece años, y pasar el día bisiesto a los años exactamente divisibles por 128 (por ejemplo, 1920).Sin embargo, el Día Nacional (25 de marzo), que era una fiesta religiosa, permaneció fijándose según el antiguo calendario.Originariamente, en muchas culturas antiguas se utilizaba el calendario lunar para contar el tiempo (se ha hallado en Francia un calendario grabado en piedra de este tipo, que cuenta con unos 15 000 años de antigüedad[12]​).Los reajustes se hacían con criterios políticos, no astronómicos, como determinar el día de pagar a la servidumbre, y se hacía mal uso del reajuste, para prorrogar el cargo de algún funcionario, adelantar o retrasar votaciones.Esta adaptación fechaba las estaciones y sus fiestas romanas correspondientes concordando con el momento astronómico en el que sucedían.Tiempo después, se dieron cuenta del desfase provocado hasta el año 10 a. C. y se corrigió en el 8 d. C. por orden de César Augusto, quien ordenó excluir el día adicional de cada año bisiesto, durante 36 años, es decir, hasta el año 44 d. C.[15]​ Por lo anterior, el calendario juliano consideraba que el año trópico estaba constituido por 365,25 días, mientras que la cifra correcta es de 365,242 189, es decir, 365 días, 5 horas, 48 minutos y 45,16 segundos.Esos más de 11 minutos agregados a cada año, significan un día adicional cada 128 años.[18]​ El año 153 a. C. se tomó como inicio del año el 1 de enero, en lugar del tradicional 1 de marzo, para poder planear las campañas del año con tiempo debido a las guerras celtibéricas que se estaban desarrollando en la península ibérica y los problemas que estaba causando la conquista y el asedio de Numancia.El calendario juliano cuenta como bisiestos uno de cada cuatro años, incluso los seculares.No obstante, hasta bien entrada la Edad Moderna, la manera de referirse a un día concreto era aludiendo al santo que se conmemoraba.Así, por ejemplo, era muy común encontrar expresiones como «llegamos el día de san Froilán».[15]​ En el año 321, el emperador Constantino I el Grande implantó la semana de siete días, copiada del calendario lunar de los mesopotámicos, que establecieron la semana de siete días basándose en los planetas (incluidos el sol y la luna) que se podían observar desde la tierra: domingo, lunes, martes, miércoles, jueves, viernes y sábado.Esta división de la semana en siete días es la que con el tiempo se popularizaría en las distintas culturas.Incluso Carlomagno trató de dar nuevos nombres a los meses, aunque tampoco tuvo éxito.Los meses propuestos eran, desde enero a diciembre respectivamente: Wintarmanoth, Hornung, Lentzinmanoth, Ostarmanoth, Winemanoth, Brachmanoth, Heuvimanoth, Aranmanoth, Witumanoth, Windumemanoth, Herbistmanoth y Heilagmanoth.
Julio César , promulgador del calendario juliano