Excelentes buzos, pacíficos, y de buenas costumbres, desconociéndose entre ellos la afición al juego.
[5] Continúa los trabajos su sucesor fray Alonso Calosa, párroco entre los años 1590 y 1602.
[8] No pudo este pueblo lograr la tan deseada paz y sosiego hasta que el Gobierno español estableció el servicio constante de cañoneros costeros en estos mares, mejorado la situación de esta isla.
Los nuevos y sólidos edificios públicos sustituyeron a aquellos provisionales en su día devastados por el moro.
Contana con 10 enormes bocas de fuego artilladas que coronan las alturas y también con sendos baluartes, uno al Norte y al Sur otro, dominando las entradas por mar en el pueblo.
Los isleños no pudieron conseguir destacamento alguno, á pesar del mayor peligro que corría, por hallarse más cerca que otro alguno del foco mismo de la piratería.