Los artistas flamencos, algunos de ellos ya de fama internacional, empezaban a ofrecer sus espectáculos en teatros; salas con mejores medios y acústica para las actuaciones y que además alejaban al flamenco del aire marginal que había padecido.[5] Los cafés cantantes supusieron un cambio significativo en la forma en que este arte era transmitido.Anteriormente, los espectáculos flamencos se producían, bien en entornos familiares, bien en reuniones muy restringidas a un público concreto, bien en improvisados cantes en ventas y tabernas.Por regla general, eran las familias de las clases pudientes las que solían contratar artistas flamencos para amenizar sus fiestas.También jugaron un papel fundamental en la profesionalización del cante, ya que la existencia de estas salas permitió a algunos cantaores dedicarse al flamenco de forma exclusiva, entrando en competencia pública con otros cantaores.