El Plata

Entre su público se mezclaban los terratenientes agrarios —los de «la boina»— y los militares del próximo cuartel de San Gregorio y la Academia General Militar.

La sesión de la tarde era tradicionalmente conocida como la de «la boina», si bien su fama se extendería por España gracias a los mozos que cumplieron en Zaragoza su servicio militar.

El local, además, se amplió con una sala de billares adyacente, también recuperada.

Permanecen los elementos decorativos art decó que le dieron su personalidad y por la que fue conocido, los plafones, el fondo pintado con palmeras, las cristaleras, algunas mesas de formica, las molduras de escayola imitando mármoles, el gres del suelo, los zócalos, las columnas con las mismas basas y espejuelos y la disposición del escenario con su mural tropical, obra del pintor oscense Pepe Cerdá.

El Plata tuvo una lejana réplica en locales similares del resto de España, como La Venta Eritaña o Las Siete Puertas de la Alameda, en Sevilla; El Royalti de la calle San Francisco, La Granja y el Iruña, en Bilbao; o El Molino, en Barcelona.