Los cabildantes eran elegidos anualmente por los "vecinos" de la primitiva ciudad, quienes eran aquellos ciudadanos que eran vecinos permanentes de la ciudad, poseyendo alguna propiedad y teniendo familia y oficio no vil.
[1] Las siguientes son la del 16 de enero de 1575, pidiendo la fabricación de "pólvora, se provean pesas y medidas,se tasen los trabajos y se ponga precio al hierro, acero, papel, lienzo, garavatá, tocino, maíz, questo, etc.",[2] por los malones indígenas y la sequía que azotaba la región, y la del 17 siguiente, en el que se "dispone la obtención del salitre para fabricar pólvora.- Se procede a la tasación de elementos y trabajo de carpintería, zapatería, herrería y sastrería: puertas, ventanas, sillas, calzados, espuelas, cuchillos, hachas, tijeras, arado, ropas, hierro, papel, plomo.
[8] Pero más tarde, a fines del siglo XVI, las malas cosechas, las crecidas del río y las pestes mermaban a la población, y, en 1590, el cabildo se dirige a la Real Audiencia, haciéndole saber que ciertos pagos no pudieron hacerse debido al fracaso de la cosecha.
De allí se trajo al cabildo la campana que estuvo hasta el año 1816.
Tenía siete arcos en ambos pisos, recova y un balcón hacia la plaza.
[15][16] Desde sus balcones, en 1815, fue declarada la autonomía provincial de Santa Fe, para lo cual se instala un despacho para el primer gobernador santafesino, Francisco Candioti.
Así perduró hasta 1832, cuando fue disuelto ante los conflictos que lo enfrentaban con la Junta de Representantes.
[17] En estos tiempos, fue añadida una torre del reloj, tirada abajo en 1905 porque su peso hacía peligrar el edificio.