El fuego rápido fue introducido a finales del siglo XIX y principios del siglo XX, suponiendo un gran impacto tanto en la guerra naval como terrestre.
Las características de la artillería de fuego rápido son: Estas innovaciones supusieron un gran avance en la artillería, ya que los cañones podían disparar proyectiles con precisión y a una velocidad muy superior a los cañones antiguos.
Desde entonces, muchas naciones industrializadas procedieron a copiar la tecnología de fuego rápido.
Los nuevos cañones de fuego rápido eran capaces de efectuar bombardeos pesados indirectos, y esta fue su tarea principal durante los múltiples conflictos del siglo XX.
El desarrollo de cañones pesados y su creciente cadencia de fuego hizo que el fuego rápido perdiera su estatus a comienzos del siglo XX como arma decisiva en combates navales.