Cámara de eco (medios)
[cita requerida] Metafóricamente, esta expresión hace referencia a la cámara de eco acústica, un recinto hueco donde se produce la reverberación de los sonidos y donde sólo se oye la propia voz que topa en las paredes.Debido a que se forman amistades y comunidades con gente de pensamiento similar, este efecto también ocurre en la vida real.[13] Otro término emergente para este efecto homogeneizante de eco en Internet sobre las comunidades sociales es tribalismo cultural.Los usuarios estaban inmersos en su "zona de confort" donde podían reforzar sus propios pensamientos, aumentando así su autoestima.[12] Se entiende como la hostilidad existente entre dos grupos de personas que tienen posicionamientos políticos u orígenes distintos, así como también ideales religiosos, educativos o económicos opuestos.[15] Según afirma Liliana Arroyo, doctora en sociología y docente de la UB, la tendencia por naturaleza humana es «relacionarnos con los que son similares a nosotros».Por contra, el diálogo entre personas de posiciones opuestas es más costoso; «es más agradable hablar de lo que piensas y sientes con gente que no te está juzgando desde el otro lado».[17] Eli Pariser demuestra que un mismo término introducido por dos personas distintas en un buscador genera diferentes resultados para una y para la otra.Sin embargo, cada individuo recibe una visión del mundo particular, una pseudorealidad previamente seleccionada y acomodada a cada uno de ellos, que encaja con las propias ideas preconcebidas.[16] «Los algoritmos de las redes intentan evitar ese sufrimiento a sus usuarios», afirma Nereida Carillo, doctora en comunicación y periodismo por la UAB.[24] Según Eli Pariser, la medición algorítmica no empieza a tener un impacto considerable en la sociedad hasta que Google implementa la búsqueda personalizada en diciembre de 2009.Sin embargo, el navegante no ha escogido entrar en esta burbuja personalizada e invisible.Por ello es importante enfrentarse a la medición algorítmica mediante técnicas de visibilización y acción social.Beer (2009) también advierte sobre el poder de los algoritmos escondidos tras un sitio web que aparenta ser participativo y con principios democráticos, pero los cuales, cada vez, disfrutan de mayor poder en el ámbito social y cultural.Según Noelle Neumann: «la opinión pública es la piel que da cohesión a la sociedad».Esta teoría podría justificar porque, a veces se crean cámaras de eco.[23] Según Sustein existen tres problemas principales: Un estudio realizado por Reuters Institute for the Study of Journalism afirma que cuatro de cada diez cibernautas españoles utilizan las redes sociales como vías principales de acceso al consumo informativo.Incluso cuando las noticias eran deliberadamente falsas y escritas con una intención satírica, los usuarios polarizados sacaban provecho haciendo difusión entre sus comunidades en línea, ya que, en contraste con el entorno dentro de la comunidad, la noticia parecía verídica.[22] Además, las conversaciones sobre política en las redes tienden a ser menos respetuosas que en otros entornos, tal y como apunta el estudio del Pew Research Center.[15] Según Barberá, Jost, Nagler, Tucker y Bonneau en su artículo Tweeting From Left to Right: Is Online Political Communication More Than an Echo Chamber?, afirman que, estudiando Twitter, se han dado cuenta de que no generan cámara de eco todos los temas, sino sobre todo aquellos relacionados con cuestiones políticas.[12] Los contenidos y servicios personalizados pueden limitar la variedad de contenidos multimedia a los que están expuestas las personas y, por tanto, pueden tener un efecto adverso sobre el discurso democrático.Una vez se ha visto que las comunidades en las redes no suelen interactuar, se puede deducir que las cámaras de eco podrían tambalear la estabilidad democrática, pues el diálogo global es su principal fundamento.La mayoría de expertos aseguran que las redes sociales no fomentan la conversación y el diálogo, la principal evidencia: «hay pocos espacios de interacción en las redes sociales», afirma Camilo Cristancho, doctor en Ciencias Políticas por la UAB.[20] Liliana Arroyo aporta otro argumento, tratado anteriormente, acusando a los cibernautas: «En realidad, en las redes, no buscamos diálogo.El catedrático en filosofía social y política Daniel Innerarity hace mención de ello estableciendo que, para empezar, no es posible una verdadera discusión democrática si las referencias de los hechos son falsas.Por contra, las opiniones firmes pueden ser «peligrosas por el funcionamiento y la estabilidad del orden democrático».