[8] Fuertemente dañado durante la Segunda Guerra Mundial, entre 1966 y 1967 fue restaurado, con ocasión de la inauguración del Museo Nacional de Capodimonte, y abrió como parque público.
[14] El acceso al parque propiamente dicho, donde se desarrolla el bosque, se realiza por tres puertas: la principal es la Porta di Mezzo, con una puerta de hierro batido considerada uno de los ejemplos más elegantes del rococó napolitano,[2] completada en 1736 y decorada originalmente con escudos y efigies borbónicas, además de estar flanqueada por cuerpos de guardia y una casa para el cuidador, iniciados por Antonio Canevari y terminados por Ferdinando Fuga;[15] la Porta di Miano, realizada entre 1837 y 1840;[16] y la Porta di Santa Maria dei Monti, construida a finales del siglo XVIII o por los franceses, posteriormente abandonada y llamada así debido a un antiguo monasterio situado en los alrededores.
Además, cuando la zona estaba dedicada a reserva de caza real, se encontraban tórtolas, currucas, tordos, faisanes de importación bohema, liebres, conejos y ciervos.
[5] Superada la Porta di Mezzo se accede a una explanada con forma elíptica desde la que salen cinco avenidas, decoradas originalmente con bancos, ruinas falsas, como el llamado Grottino in opus listatum,[18] y estatuas, algunas colocadas por Ferdinando Fuga, perdidas en gran parte: entre las pocas que se conservan están la estatua del Gigante, realizada con fragmentos de mármol antiguo, y los Meses.
[20] Otros jardines son la Purpignera, dedicado probablemente a la reproducción de esencias aromáticas, y el llamado «jardín secreto», con un estanque central circular, en el que se cultivaban plantas frutales raras, moreras y piñas.