Aunque las espiroquetas siempre se han considerado Gram-negativas debido a la presencia de una doble membrana, se han observado grandes diferencias, tanto a nivel estructural como molecular, que las alejan del resto de bacterias Gram-negativas.
Los peptidoglicanos son el componente principal de la pared bacteriana y cuya función es aportar estabilidad estructural.
Estas lipoproteínas tienen gran relevancia por ser las moléculas más expuestas, ser responsables de la evasión del sistema inmune y tener funciones proinflamatorias.
Todo esto hace que estas moléculas sean el blanco de numerosos estudios.
La modificación lipídica es realizada por tres proteínas (Lgt, Lsp y Lnt, por orden de actuación).
Los transportadores de oligopéptidos, pertenecientes a la familia Opp, que posee esta bacteria han sido los más estudiados.
La familia Opp está constituida por cinco proteínas y se encuentran codificadas por genes distribuidos en dos loci distintos.
La función de estos transportadores no se conoce con exactitud, pero podrían actuar como sensores que permitieran a la bacteria determinar la disponibilidad de nutrientes o el entorno en el que se encuentra.
No todos los genes que se encuentran en los plásmidos son esenciales para el transcurso del ciclo enzoótico, ya que la mayor parte de su contenido es ADN no codificante y pseudogenes.
Además, los plásmidos circulares de la familia cp32 presentan prácticamente la misma secuencia de ADN y difieren solo en determinadas regiones en las que se encuentran genes que codifican para las lipoproteínas y otros implicados en la transmisión del plásmido.
Por el contrario, los genes del grupo II se expresan a niveles elevados en estas mismas condiciones.
Estas fiebres recurrentes se producen cuando la bacteria, transmitida por un artrópodo infectado, alcanza el torrente sanguíneo del mamífero.
El eritema suele desaparecer después de unas semanas incluso sin ser tratado, aunque puede reaparecer donde se produjo la picadura o en sitios distantes.
Por ejemplo, B. burgdorferi es una bacteria resistente a la acción del complemento, mientras que B. garinii es muy sensible.
Esta capacidad para variar sus antígenos permite a la bacteria evadir la respuesta inmune del hospedador.
En general, la PCR se emplea para confirmar posibles infecciones por Borrelia, identificar la especie concreta y detectar coinfecciones por otros patógenos transmitidos por garrapatas.
Además, es un método muy utilizado para evaluar la resistencia al tratamiento en pacientes con artritis provocada por B. burgdorferi.
Las fiebres recurrentes son tratadas con antibióticos de amplio espectro, como tetraciclina, penicilina y eritromicina.
Además, a pacientes que presentan complicaciones propias de las infecciones por Borrelia, como meningitis o encefalitis, se les debe administrar antibióticos por vía parenteral durante al menos 14 días.
La enfermedad de Lyme también se trata con antibióticos, siendo doxiciclina el fármaco más utilizado.