Tanto españoles como argelinos combatieron sin demasiada determinación hasta que Barceló, excusándose en las desfavorables condiciones meteorológicas, decidió retirarse.
Este desmedido gasto de municiones no produjo el efecto deseado, y aunque fueron declarados varios incendios en la ciudad, todos fueron rápidamente sofocados.
Los argelinos hicieron varias salidas audaces con sus bajeles ligeros, pero fueron rechazados constantemente por la superioridad de fuego enemiga.
[8] Mientras el Dey se refugiaba en la ciudadela, el peso de la defensa recaía sobre una improvisada milicia compuesta en su mayoría por adolescentes.
25 cañones pesados argelinos comprados en Dinamarca estallaron durante la batalla a causa de su mal uso o malas condiciones, y 562 edificios fueron destruidos o dañados por los cañonazos españoles, una cifra insignificante dado que Argel constaba de en torno a 5000 construcciones y toda la ciudad estuvo expuesta al bombardeo.
[5] Entre las medidas que se pusieron en práctica para presentar el ataque como un éxito, las más significativas fueron las numerosas promociones entre los marinos participantes.