La General estoria distribuye los libros bíblicos a lo largo de las partes en las que se divide: Finalmente resultan de crucial importancia para la lengua y literatura españolas los numerosos fragmentos bíblicos que se encuentran en la Fazienda de Ultramar, un itinerario bíblico por Tierra Santa, que se conserva en un manuscrito del siglo XIII.
Esta peculiaridad se debe sin duda a la presencia de una gran comunidad de judíos españoles hasta que fueron expulsados a finales del siglo XV, lo cual no quiere decir que estas Biblias fueran de uso propiamente judío, ya que los códices conservados son claramente todos ellos para destinatarios cristianos.
Estos dos volúmenes reflejan una traducción del texto latino de casi todos los libros de la Vulgata, incluido el Nuevo Testamento, y que fue realizada seguramente en las décadas anteriores al reinado alfonsí.
El resto de los códices presentan traducciones realizadas a partir del hebreo.
Aunque las traducciones del hebreo reflejan una tradición antigua (como muestra la Fazienda) lo cierto es que la mayor parte de los códices que se han conservado fueron realizados en el siglo XV y fueron encargados a los traductores judíos por un grupo muy concreto de nobles y reyes castellanos.
Refleja una traducción más antigua, seguramente del siglo XIV y está claramente realizada por un traductor judío para algún noble castellano.
Contiene los libros siguientes: Isaías, Jeremías, Ezequiel, Daniel, Doce Profetas, y Macabeos 1-2 (estos últimos traducidos del latín).