Abandonó el cristianismo para dedicarse a las artes ocultas: estudió quiromancia, astrología, interpretación de los sueños y mesmerismo.
Ella, al contrario, tomó el nombre de Citoyenne Vérité (Ciudadana Verdad) y ofreció sus riquezas a la causa, antes que le fueran confiscadas.
Como medida de venganza, la Convención Nacional decretó la prisión en Marsella para todos los Borbones que aún residían en Francia.
El estado de sus cuentas la obligó a llevar una vida miserable y tuvo que alquilar gran parte del palacio.
Relegada en las cercanías de Barcelona, Batilde fundó (malogrando sus escasos medios) una farmacia y un dispensario para los pobres, convirtiendo su casa en un asilo.
Como provocación instaló en su residencia al gendarme con quien había tenido una relación durante su exilio en España, pero él murió tres años más tarde.