Según la leyenda, al final de la batalla los dos pueblos unidos en la misma comunidad.
Rómulo decidió, sin embargo, ocultar su resentimiento y organizar unos juegos solemnes en honor de Neptuno, a los que llamó Consualia.
[3] En el curso del ataque, se cuenta que la virgen vestal, Tarpeya, hija del comandante de la fortaleza Spurius Tarpeius, fue corrompida por el oro de Tito Tacio, y facilitó la entrada a la ciudadela fortificada del Capitolio a un escuadrón armado, bajo cualquier pretexto.
[9] Hay que añadir que en aquellos días, las fuertes lluvias habían desbordado el río, sacándolo de su cauce y dejando un barro espeso, estancada, no fácilmente visible ni evitable, sino peligroso e insidioso.
[8] Plutarco cuentan algunos sucesos curiosos en el curso de la batalla: Fue en este momento cuando las sabinas, que habían sido secuestradas con anterioridad por los romanos, se lanzaron bajo una lluvia de proyectiles entre las facciones opuestas, para separar a los contendientes y aplacar sus iras.