Batalla de Torote

[1]​ La refriega duró unas tres horas y constituye uno de los escasos ejemplos de enfrentamiento directo en el seno de un conflicto caracterizado antes por la amenaza y la disuasión que por el choque.Por otra parte, la batalla de Torote representa un acabado ejemplo de la aplicación del ardid o celada conocido como huida fingida o tornafuy, tornafuye o tornatrás por parte del astuto Juan Carrillo, una estratagema habitual en el contexto táctico que reflejaba la superioridad de la caballería ligera al estilo musulmán sobre las mesnadas y la caballería pesada cristiana a la antigua.Las tropas del Adelantado eran numéricamente superiores y supieron caer por sorpresa sobre las de la Liga, que no quisieron caballerescamente eludir la batalla dando la espalda al enemigo ni reagruparse en terreno y oportunidad más favorable; por otra parte, el comendador Manrique se portó poco valientemente, y tras cambiar unos cuantos golpes huyó cobardemente del campo con algunos de los suyos incrementando la inferioridad de su bando y dejándolos solos.Veinte caballeros de la Liga murieron en el campo y otros ochenta quedaron prisioneros del Adelantado de Cazorla; los vendedores perdieron a siete caballeros, uno de ellos el propio hijo de Juan Carrillo, quien quedó además herido; ciento cincuenta caballos de ambos bandos quedaron muertos.Don Íñigo López de Mendoza, sin embargo, fue herido de un virotazo en el brazo derecho, y fue a reponerse a Guadalajara.