Se perdieron cuatro navíos portugueses y la ciudad tuvo que pagar un rescate para evitar la destrucción de sus defensas.
Había varias razones para que los franceses planearan un ataque a Río de Janeiro.
En primer lugar, el comandante René Duguay-Trouin tenía una razón personal: estaba casi en bancarrota.
Los franceses querían liberar a estos prisioneros y posiblemente conquistar algún territorio brasileño.
Sin embargo, el 11 de septiembre, el gobernador ordenó a la milicia retirarse, justo cuando Duguay-Trouin se preparaba para su aproximación al puerto.
Tres buques de guerra fueron destruidos por los portugueses para impedir su captura; el cuarto fue tomado por los franceses e incendiado.
Además, la marina francesa había demostrado que seguía siendo capaz de atacar a larga distancia.
Los habitantes y los concejales de Río de Janeiro se preguntaban por qué había entregado el rescate sin consultar a ninguna otra autoridad cuando se sabía que los refuerzos estaban en camino.
Francisco de Castro Morais fue destituido y posteriormente condenado al exilio en la India durante unos 20 años.