El mismo monarca se trasladó al puerto de El Havre para dirigir los preparativos destinados a repeler cualquier ataque inglés.
Justo en este momento, los franceses terminaban sus preparativos, que con treinta naves, que se habían reforzado con 550 arcabuceros escogidos, se hicieron a la mar desde el puerto de Bayona con rumbo Oeste, para atacar las costas españolas.
Siendo el día 25 de julio la festividad del apóstol Santiago, patrón de España, don Álvaro arengó a sus tropas señalándoles que en tal fecha era imposible que las armas españolas perdieran un combate.
La tropa española enfervorizada atacó con tanto ardor, que en muy poco tiempo los franceses fueron arrollados.
Las bajas francesas superaron los tres mil, pero los españoles sufrieron otras ochocientas, de las que unos trescientos eran muertos.