En 1295 el papa Bonifacio VIII proclamó la paz de Anagni para cerrar la guerra de Sicilia, en la que Jaime II el Justo cedía el reino de Sicilia a los Estados Pontificios y recibía del papa 12 000 libras tornesas, y probablemente la promesa de infeudación de Córcega y Cerdeña.
[1] Por el tratado de Cefalú se pactaba el matrimonio de Jaime con Blanca de Nápoles, hija de Carlos II de Anjou, y eran devueltos a este los tres hijos que había tenido que dejar como rehenes en Cataluña a cambio de la su libertad en 1323.
Hasta 1420, Alfonso el Magnánimo no se decide iniciar la conquista, que no finalizaría hasta la rendición de Alghero y Sassari.
[3] Los sublevados atacaron Logudoro 1478, pero no consiguieron tomar el castillo de Ardara[3] y fueron vencidos por Angelo Marongio en Mores.
Leonardo de Alagón huyó a Bosa, desde donde embarcó rumbo a Génova, pero en alta mar fue traicionado y entregado al almirante Juan III de Vilamarí, que lo llevó a Valencia donde fue juzgado y condenado a muerte, pena conmutada por cadena perpetua, y recluido en el castillo de Játiva, donde murió el 3 de noviembre de 1494.