Tras el bombardeo de Valparaíso la escuadra española se dirigió al puerto del Callao.El canciller Juan Antonio Ribeyro le indicó que la entrevista sería confidencial, pues no le reconocía el cargo de comisario, a lo que Salazar respondió indignado que no aceptaba y se marchó al encuentro del almirante Luis Hernández-Pinzón Álvarez, comandante general de la Escuadra del Pacífico.Aunque Pinzón solicitó el resto de órdenes, Salazar le indicó que no eran importantes.Aunque la flota peruana encendió sus calderas, la artillería del puerto se preparó y la Escuadra tocó zafarrancho de combate, finalmente no ocurrió nada más.El combate que se iba a librar tenía para españoles y peruanos una mayor importancia moral que militar, los primeros esperaban cerrar su campaña en el Pacífico castigando las ofensas, que consideraban, había realizado el Perú contra las propiedades españolas y su negativa a pagar la deuda de independencia, demoliendo su principal puerto.Mientras no se unieran a la flota aliada estacionada en costas chilenas los modernos blindados Independencia y Huascar, adquiridos en Inglaterra, las fuerzas peruanas solo podían mantener una postura defensiva, impidiendo con sus baterías costeras que el Callao corriera la misma suerte que el puerto chileno de Valparaíso.Desde una perspectiva técnica esta formación pudo haber sido mejorada, según diversos autores,[12][17] si el ataque hubiera sido tomando a las baterías del sur entre dos fuegos incluyendo por retaguardia, se hubiera bombardeado a la población para finalmente lanzarse sobre las defensas del norte.El primero (I División), compuesto por la "Numancia", la "Blanca" y la "Resolución" se dirigió hacia las defensas de la zona sur.Esto no pasó así en el frente norte, donde las baterías peruanas sí aprovecharon esos momentos críticos para abrir fuego.La bala produjo ocho heridas de cierta gravedad a Méndez Núñez, que exclamó: «Me han llevado el brazo».Tras bombardear la población y la flota peruana durante un largo espacio de tiempo, regresaría a su posición original para cañonear el Fuerte Santa Rosa.Tras colocarse en su posición continuó con el bombardeo sobre las defensas del norte, los buques peruanos y la población.El Comandante de la fragata, Victoriano Sánchez Barcáiztegui, tras recibir tres partes en los que se solicitaba anegar el pañol para que la pólvora no explotara, exclamó: «Yo hoy no mojo la pólvora, volaremos antes».Entre los heridos se encontraba el Comandante del buque, Juan Bautista Topete, que regresó curado diez minutos después.Al poco la munición se agotó, por lo que el Comandante decidió retirarse del frente.Entonces, el buque se colocó entre la I y la III División para prestarles auxilio en caso de necesitar ayuda.Sobre las 17:50, cuando la escuadra ya estaba cercana a la isla de San Lorenzo, los tres cañones del Fuerte Santa Rosa que aún respondían al fuego español, efectuaron sus últimos disparos.El Almirante George Pearson en una carta al ministro de su país en Chile Hugh Judson Kilpatrick y la carta privada del maquinista del USS Powhatan A. Dezegler coinciden en lo expuesto por Rodgers y Nelson atribuyendo la victoria a las baterías de tierra pero reconociendo en todo momento el valor desplegado por los españoles.Sin embargo, los propios documentos peruanos ponen en duda la afirmación de que ningún cañón fue desmontado.[11] Del lado peruano no se sabe con exactitud el número de muertos y heridos.En las Crónicas del Deán Juan Gualberto Valdivia Cornejo públicas en 1873 aparece una relación de 83 individuos muertos que comprende desde el Ministro de Guerra José Gálvez hasta los ciudadanos voluntarios, incluyendo a extranjeros como el ingeniero colombiano Cornelio Borda y el capitán de artillería chileno Juan Salcedo ambos muertos en la Torre "La Merced".Sin embargo, publicaciones contemporáneas españolas consideran más probable que los muertos oscilen entre los 200 y los 350, sin contar heridos.[11] Robert L. Scheina en su libro Latin America's Wars: The age of the caudillo, 1791-1899 señala 200 muertos o heridos peruanos, y reconociendo no tener fuentes para el caso español, estima que las bajas de la Escuadra «podrían haber sido» 375, cifra muy superior a la normalmente aceptada por la historiografía general.Las noticias del combate llegaron pocos días después a los países aliados con Perú, donde fue celebrado con distintos actos.El 11 de junio se reunió en Valparaíso la escuadra aliada, ahora reforzada por los modernos blindados Huáscar e Independencia.Perú se opuso a este convenio e intentó impedir la salida de los barcos, pues entendía que violaba la todavía vigente alianza con Chile.O'Donnell, principal impulsor de las expediciones al exterior, era apartado definitivamente del poder.Posteriormente continuarían el viaje de regreso a España bordeando África hasta Cádiz.La alianza con Chile quedó rota con la guerra que enfrentó a este país con Perú y Bolivia.España se declaró neutral, ya que técnicamente continuaba en guerra con todos los países implicados.
Fotografía de la fragata blindada
Numancia
, buque insignia de la Escuadra del Pacífico.
Fotografía del
Loa
, convertido en monitor blindado durante la guerra, al fondo a la izquierda se puede observar al monitor
Victoria
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Réplica del Torreón La Merced en
La Punta
(Callao)
Cañones Armstrong
del Fuerte Maipú (defensas del sur), el 2 de mayo de 1866.
Pintura de
Rafael Monleón
(1847-1900) que representa el bombardeo de El Callao, en el centro, la
Numancia
.
Cañón del Pueblo
Pintura de
Antonio Muñoz Degrain
(1840-1924), que representa el momento en que el capitán de navío Casto Méndez Núñez, es herido en el puente de la fragata blindada
Numancia
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Estado del casco de la fragata
Almansa
después del combate.