Batalla de Arroyo Bermejo

Aquella expedición conformada por peninsulares y dominicanos tuvo entre sus objetivos cruzar la cordillera central, destruir la revolución junto con su campaña iniciada en el Cibao y auxiliar las fuerzas en la ciudad de Santiago de los Caballeros.

La victoria del ejército libertador es ampliamente conocida debido al relato apócrifo narrado de la obra del general de división Gregorio Luperón, Notas autobiográficas y apuntes históricos, donde se hace un paralelo entre los generales Santana y Luperón.

Las tropas españolas emprendieron su marcha en la mañana del día 16 y a las diez llegarían orillas del río Yábacao donde se dificultaría el paso por su anchura, profundidad y por la gran corriente que producía la lluvia.

Tras atravesar el obstáculo se continuó avanzando hasta Sabana Yuna, donde las tropas pasarían la noche padeciendo la lluvia.

La columna salió en la misma dirección dos horas después, entrando en el pueblo al anochecer al son de las músicas y con banderas desplegadas, y formando en la plaza principal, leyó el secretario del marqués de las Carreras, el coronel de las reservas José María Pérez, una proclama en que se llamaba a las armas a todos los habitantes para que en conjunto con las tropas españolas combatiesen la rebelión.

Empezaba el marqués de las Carreras a impacientarse y le pidió al capitán general Rivero que remediara sus necesidad espero el capitán general Rivero de todas partes le reclamaban lo mismo.

A las diez de la mañana, tan pronto al asomarse la columna española al desfiladero del río Bermejo y al ser vistas por los tropas independentistas dominicanas del coronel Dionisio Troncoso desde aquella formidable posición fueron recibidos con una fuerte descarga de fusilería, probándose lo imponente de las fuerzas del ejército libertador.

Las fuerzas españolas responderían al ataque lanzándose inmediatamente hacia el río y que fue contenida por el fuego de metralla hecho con dos piezas de artillería, y cuando el ejército real se le dio la señal para atacar avanzaron las columnas, tomándose los campamentos quemados por los rebeldes y prosiguieron su persecución hasta los estribos del Sillón de la Viuda.