En 1887, el barón Edmond James de Rothschild planeó comprar el Barrio Marroquí para demolerlo "en honor y mérito del pueblo judío".
[5] Otros autores atribuyen el fracaso del proyecto a disensiones internas entre los judíos sobre las posibles reacciones adversas que la operación habría suscitado entre los árabes.
[6] En los dos primeros meses que siguieron la entrada del imperio otomano en la Primera Guerra Mundial, el gobernador turco de Jerusalén, Zakey Bey, propuso vender el Barrio Marroquí, que constaba de 25 casas, a los judíos para ampliar el área donde rezaban.
Pidió una suma de 20.000 £ que se utilizaría para realojar a las familias musulmanas y crear un jardín público delante del muro.
Los obreros empezaron aquella misma noche a derrumbar el barrio que consistía en 135 casas, la mezquita al-Buraq, la zaouia Bou Medyan y otros edificios, con excepción de una mezquita y una zaouia que fueron destruidas dos años más tarde.
[11] Las demoliciones fueron ordenadas por el alcalde de Jerusalén, Teddy Kollek, que relató los acontecimientos en su autobiografía en 1978.
[8][9] Casi un año más tarde, el 18 de abril de 1968, el ministerio israelí del Tesoro expropió oficialmente el área junto con el Barrio Judío, para destinarla a uso público, y ofreció 200 dinares a cada familia desplazada.
[8][13] Tras la demolición del Barrio Marroquí, la parte del Muro de las Lamentaciones dedicada a rezos fue extendida hacia el sur, doblándose su longitud de 28 a 60 metros, mientras que el espacio original frente al muro se ampliaba de 4 a 40 metros: el área pequeña de 120 m² delante del Muro se convirtió en una explanada (la Western Wall Plaza) que cubre los 20.000 m² del desaparecido Barrio Marroquí,[13] cuyo emplazamiento es utilizado como sinagoga al aire libre.