[2] Desde los cuatro hasta los once años, asistió a un cheder tradicional, o escuela primaria religiosa judía, donde también estudió hebreo.
[3][4] Para ganarse la vida, trabajó como profesor de hebreo en un internado judío ortodoxo.
[4] En 1897, se mudó a Suiza para completar sus estudios en la Universidad de Friburgo .
[6] Getzowa y Weizmann estuvieron juntos durante cuatro años antes de que Weizmann, quien se involucró románticamente con Vera Khatzman en 1900, le confesara a Getzowa que estaba viendo a otra mujer.
No le dijo a la familia que se iba de Getzowa hasta 1903.
Su padre nunca aceptó completamente su muerte e hizo una provisión en su testamento, en caso de que regresara.
Sus oficinas centrales seguían estando en Berlín y muchos de sus miembros, alemanes o procedentes del Imperio ruso y otras zonas del este de Europa, deseaban la victoria alemana o más bien la derrota del zarismo, que había perseguido y masacrado a los judíos.
Puesto que los árabes aseguraron a los dirigentes locales palestinos que no pretenden en principio sino proporcionar un lugar de acogida para judíos de la diáspora, remitiendo la cuestión del estatuto político de Palestina a un futuro más o menos incierto, los palestinos dicen no ser contrarios a la presencia judía siempre y cuando no pretenda imponerse a la mayoría árabe.
En el acuerdo que ambos firman el 3 de enero de 1919, Faysal reconoce a los sionistas su derecho a desarrollar la Declaración Balfour, incluida la inmigración judía masiva o Aliyá (el principal punto de conflicto con los árabes palestinos) sin más reserva que la igualdad entre las distintas comunidades religiosas.
A cambio, los sionistas deberían apoyar activamente la creación de un Estado árabe unificado en toda la región (excluida Palestina) prometido por los británicos en la famosa correspondencia Husayn-McMahon y que empezaba a esbozarse desde Damasco, la actual capital de Siria.
A pesar de su intensa actividad política, Weizmann no abandonó nunca su trabajo como científico.
El papel que se le reservaba en su nuevo cargo era más bien simbólico, a pesar de lo cual Weizmann siguió desplegando su diplomacia.