En los antiguos inventarios del Gran Tesoro real, las barmas también se denominan «tiaras».
[2] Según la leyenda, fueron enviados por primera vez a Rusia desde Bizancio por el emperador Alejo I Comneno para Vladimir II Monómaco.
Sin embargo, la primera mención sobre ellas se encuentra en 1216 e informa de que el «manto», bordado con oro, es usado por todos los príncipes.
La información sobre barmas principescas heredadas por hijos se encuentra repetidamente en las crónicas rusas de 1339, 1358, 1389.
Cada medallón está enmarcado por un amplio marco tachonado de piedras preciosas: rubíes, esmeraldas, diamantes encastados en oro e incrustaciones con esmalte policromado.