Dado su funcionamiento, el sistema expande la cantidad de dinero en circulación[3] —este fenómeno se denomina el multiplicador bancario—.
[5] Sin embargo, tal percepción es debatible, entre otras cosas dado que no hay una definición precisa de dinero.
Generalmente en este sistema los principios del derecho comercial y los términos del contrato sólo exigen que el banco disponga de reservas con las que hacer frente a dicha obligación en el caso de las cuentas a la vista.
Lo anterior causó el pánico de 1837 y mantuvo el sistema económico estadounidense en crisis hasta 1843.
[12] Esa situación -que no fue realmente resuelta en EE.UU. hasta 1913[13]- dio origen a la demanda por un “respaldo de última instancia”.
El debate actualmente se mantiene vivo gracias a los representantes de la escuela austríaca, que de acuerdo a este tema en particular se pueden dividir en dos: aquellos que defienden una banca libre, con patrón oro y 100 % de reservas; y aquellos que defienden una banca libre, con patrón oro, y reserva fraccionaria.
Ambas partes coinciden en que es necesaria una banca libre, y en la vuelta al patrón oro.